Entrada gratis [libre]

[Milo]

Leí el enorme letrero decenas de veces. Ponía parque de diversiones y casi no podía ni creerlo, era como si alguien hubiera inventado un lugar especialmente para mi y le hubiera puesto un cartel luminoso para asegurarse de que alguien como yo no le costara encontrarlo. ¿Que es lo que tenía esta lugar de maravilloso? Pues realmente no lo sabía porque aun no había entrado pero todo hacía indicar que este sitio era especial. Empezando por como se llamaba, "parque de diversiones" era un nombre magnifico porque a mi me gustaban mucho los parques y las diversiones aún más. Además en la entrada donde estaba no paraba de entrar y salir gente y los sitios concurridos y ruidosos como éste me encantaban.

Caminé hasta la entrada donde un hombre vestido de pato astronauta me pidió una entrada. ¿Una entrada? esto ya no me gustaba tanto... El hombre disfrazado me dijo entonces que debía ir a una taquilla y pagar por una entrada para poder entrar en el parque. Yo no tenía ni una moneda encima, pero tampoco pensaba hacer caso a lo que un hombre vestido de pato me dijera.
Sin pensarlo mucho di un enorme salto pasando por encima del pato y salí corriendo hacia el interior del parque.

Mientras me alejaba de la entrada y me metía de lleno en la marea de personas que había allí escuché al hombre pato llamar a la seguridad. Jo, si yo solo quería divertirme un rato ¿porque tienen que molestarme?

[Sophie]

Sophie había decidido despejarse un poco, y qué mejor que ir al parque de diversiones. Aunque la mayoría de las veces hubiera mucha gente, a ella no le molestaba estar entre tantas personas. No sabía si debía subirse a un juego, pero con pasear era suficiente.
Al llegar al lugar hizo fila para poder comprar el boleto de entrada. Esperó hasta que fue su turno y recibió al fin su boleto. Sonrío satisfecha y se dirigió a la entrada. Notó que no había nadie, sólo hasta después de unos momentos llegó lo que parecía ser un pato astronauta a recibir su boleto, se veía bastante agitado. Ella le agradeció y se dispuso a entrar.
Caminó por un rato, hasta que se distrajo con las luces de colores que rodeaban el lugar. Tan absorta estaba en sus pensamientos que al parecer, se metió en el camino de alguien; una persona chocó con ella, bastante fuerte, por lo que supuso que la persona corría.
- ¡Perdón! - Exclamó como signo de disculpa, aún algo dolida por el golpe, que le había hecho caer sobre el pavimento.

[Milo]

Al final mi huida acabó como la mayoría de carreras que solía hacer, conmigo por los suelos. Lo cierto es que el parque estaba demasiado poblado como para correr a la velocidad a la que lo hacía, pero eso no impidió que la persona con la que me había golpeado me pidiera perdón. Eso sí que era una autentica novedad para mi. Lo normal es que las personas con las que me golpeaba me gritaran improperios pero quizás esta parecía demasiado amable para eso.
Me levanté raudo del suelo y me sacudí la suciedad de mis ropas. Estaba ileso afortunadamente y la joven que estaba tendida delante mío también parecía estarlo. Sin pedirle el menor permiso agarré su mano y la ayudé a levantarse del suelo.

-En verdad creo que la culpa no ha sido solo tuya, yo también tengo algo de culpa... -Miré de reojo hacia otro lado -Bueno, vale... en verdad tengo toda la culpa -Sonreí nervioso acariciándome la nuca muestra de la vergüenza que sentía -Lo siento.

No acostumbraba a pronunciar esas dos palabras. No es que no tuviera oportunidades de decir "lo siento", yo siempre andaba metiéndome en líos pero pocas veces me creía el responsable de éstos. Además, la mayoría de veces los perjudicados no se merecían mi amabilidad pero esta chica parecía diferente. Al menos, lo parecía.

De pronto mis orejas felinas apuntaron hacia mi espalda. Acababa de escuchar las palabras de un guardia que le decía a otro haberme visto dirigiéndome hacia aquí. Vaya, volvía a estar en problemas.
Miré a la chica delante mío de arriba a abajo. Examinándola por curiosidad pero también buscando en ella algo.

-¡Ah! ¡Tú tienes uno de esas cosas! ¡Una entrada! -Exclamé señalando con el dedo el boleto que sobresalía de su bolsillo -Por favor, necesito que me lo prestes un segundo. Hay unos tipos muy antipáticos que me van buscando y necesito enseñarles uno de esos para que me dejen en paz. Ayúdame por favor.

[Sophie]

La persona delante suyo la levanta sin siquiera avisar, por lo que le sorprende un poco, sólo un poco. Pero lo que más le sorprende es ver al chico que, aparentemente, chocó con ella; tenía rasgos e incluso algunas extremidades felinas. Ciertamente, nunca había visto a alguien así, ella era una persona demasiado normal, después de todo, y a veces muy simple.
Miró al joven con curiosidad, típica de cualquier persona, casi rosando la curiosidad de un niño. Parpadeó varias veces, mirándolo fijamente, hasta que se dio cuenta de que estaba siendo maleducada, por lo que desvió la mirada un poco.
- Está bien, acepto que tuve algo de culpa por ser distraída - Miró al chico nuevamente, pero sin la curiosidad mencionada anteriormente - No te disculpes - Sonríe amablemente, algo apenada.
Las, al parecer, orejas del chico apuntaron hacia detrás como si hubiera escuchado algo importante. Ella se limitó a mirar por detrás de aquél muchacho, y sólo pudo divisar a lo lejos a dos guardias cuchicheando entre sí. No podía escuchar nada de ellos, pues estaban bastante lejos. Cuando volvió a mirar al chico, notó que éste la miraba curioso. Vaya, entonces no era la única que hacía eso.
De pronto, él habló, sobre de que quería su entrada para evitar a unos "tipos antipáticos". ¿Acaso serían los guardias? Eso era un problema, realmente.
- ¿Has entrado sin permiso? - Pregunta con cierta preocupación, pero en el fondo, sabía la respuesta. Quedó pensativa unos momentos - De acuerdo, creo que te puedo ayudar, pero tendrás que hacerlo correctamente - Dijo, revisando un poco la bolsa que traía consigo, la cual no era muy grande. Revisó hasta sacar su monedero, rebuscó en él hasta estar segura de tener suficiente dinero, después lo cerró, pero lo mantuvo a mano - Antes de que te puedan encontrar los guardias tenemos que llegar a la entrada, te compraré un boleto - Suspiró con resignación pero después le sonrió amablemente, pues, al parecer, el muchacho no sabía qué era una entrada ni que había que pagar por ella para poder entrar.
Miró de nuevo detrás del chico, fijándose que los guardias seguían con sus cosas, como pensando qué hacer. Seguramente planeaban sacar al joven a patadas.
- Tenemos que apresurarnos, vamos - Avisó con serenidad, volteando del lado contrario a donde se encontraban los guardias, comenzando a caminar con algo de alerta, pues no quería que alguno se le apareciera por encima.

[Milo]

Evidentemente que había entrado sin permiso. El hombre pato de la entrada me pidió un boleto que yo no tenía así que no me quedó otra opción que colarme. Si fuera con mis padres ellos habrían pagado gustosos la entrada pero yo no tengo ni una sola moneda para pagar. Afortunadamente, la chica que tenía delante sí que tenía y lo más importante... estaba dispuesta a pagar la entrada por mí. Éste debía ser mi día de suerte.
El único problema que seguíamos teniendo es que teníamos que llegar al lugar donde venden boletos antes de que los guardias nos encontraran. Tampoco parecía una hazaña demasiado complicada, al fin y al cabo había logrado llegar hasta aquí sin que me pillaran pero sería peliagudo que nos encontraran, sobretodo porque no quería que la chica que me ayudaba se metiera en líos.
No me lo pensé dos veces y agarré la mano de la muchacha para enseguida salir disparado hacia la zona donde estaban las taquillas. Quizás podía parecer un poco atrevido agarrar la mano de una desconocida y arrastrarla a la carrera por todo el parque, pero de la manera en que corría era imposible que los guardas nos alcanzaran.

-Muchas gracias chica por querer ayudarme, la gente no suele ser tan amable conmigo como tú -Le sonreí cordialmente mientras seguía corriendo a toda velocidad camino de la entrada -Por cierto, aún no sé tu nombre. Mi nombre es Milo, Milo Nardelli. Bueno, Nardelli es en verdad mi apellido y... en verdad tampoco es mi apellido real... mmm creo que es una historia demasiado larga. Tu llámame solo Milo ¿sí?

Mis zapatillas se pararon en seco delante de una taquilla. Al otro lado de un cristal había una mujer que nos miraba raro, seguramente por el hecho de haber llegado allí a toda velocidad empujando a cada persona que había haciendo cola.

[Sophie]

Sophie iba a continuar caminando a su paso, pero, al parecer, al chico no le pareció muy buena idea, pues le tomó de la mano y comenzó a correr muy rápido, casi tirando de lado a las personas con las que se topaban. Ella se sorprendió, ni siquiera procesó lo que pasaba en el momento, el chico corría rápido, demasiado para ella, por lo que cada vez que chocaba levemente con alguien sentía que se tropezaría y caería de nuevo. El joven se presentó de una manera un tanto extraña, según su punto de vista.
- N-No es nada, r-realmente - Tartamudeó un poco por la velocidad a la cual aún no se acostumbraba - M-Mucho gusto Milo, mi nombre es S-Sophie Nakimura... y ése tampoco es mi v-verdadero apellido - Hizo un intento de sonrisa, consiguiendo mantenerse al ritmo de correr del joven. Después de tanto correr, ella pudo respirar hondo, pues el chico se detuvo.
Al final, lograron llegar ilesos a la taquilla, en la cual, la encargada les miró muy raro, seguramente porque se habían colado. A ella no le agradaba mucho eso, por lo que no pudo evitar sentirse avergonzada; sus mejillas se tornaron de un leve color carmín.
- Ah, esto... - Miró a la encargada, apenada. Rápidamente, para evadir el tema de la fila, abrió su monedero y le dio las monedas correspondientes a la mujer detrás del vidrio - Un boleto, por favor - Sonrió amablemente, aún con el color en sus mejillas.
Aquélla mujer dudó un poco, pues se les quedó mirando cierto tiempo, pero al final, tomó las monedas y le dio el boleto con cierta desconfianza, la cual hizo a Sophie sentirse algo insegura - ¡Muchas gracias! - Exclamó con tono suave, pues la pena no se le quitaba.
Ya que habían logrado su cometido, decidió jalar al joven y salirse de la fila, pues las personas de atrás tenían una cara de enojados que no podían con ella. Suspiró una vez que se alejaron de la taquilla, quedando cerca de la entrada.
- Eso fue realmente avergonzante - Suspiró susurrando, entonando más sus mejillas - No debimos colarnos así, pero... - Dijo al chico, con tono más alto. Le ofreció el boleto al muchacho con una sonrisa - Ten, aquí tienes, ahora podrás entrar y pasear con calma -
Sólo esperaba que él no se metiera en más problemas...

[Milo]

Estabamos delante de la taquilla y ya solo faltaba pagar para que nos dieran la entrada pero Sophie parecía encontrarse mal. Sus mejillas estaban enrojecidas y parecía que le costaba mantener contacto visual con todas las personas que nos rodeaban. Más tarde con las entradas en la mano y fuera de toda esa hilera de personas me dijo que era por vergüenza, porque a ella no le pareció bien que nos hubiéramos colado. ¿Pero que...? Yo no sabía que nos habíamos colado. Si bien es cierto que era raro que hubiera gente haciendo una fila justo delante de las taquillas, nunca imaginé que la gente tuviera que esperar para hacer algo tan molesto como es pagar.
De cualquier modo, la muchacha no parecía muy enfadada por lo que había hecho pues acabó de darme el boleto con una gran sonrisa. Lo había conseguido ahora podría disfrutar de este maravilloso lugar sin tener que preocuparme por sus guardias y de paso había conocido a una chica muy amable, claro que no estaba claro que ella fuera a quedarse a mi lado.

-Esto... Sophie -Carraspeé un poco -Verás yo no tengo amigos en esta ciudad y sé que una tarde aquí será mas divertida con acompañamiento así que... ¿te gustaría pasar la tarde con un chico-gato medio loco? -Propuse risueño -Sé que te he pedido ya un favor, pero te prometo que no habrán mas problemas de aquí en adelante, a partir de ahora solo diversión.

[Sophie]

La chica se preguntaba si aquél muchacho sabía realmente lo que hacía. Al parecer éste no sabía tampoco que había que hacer fila, pero sólo lo parecía. Aunque, viéndolo bien, ahora ya no era importante pues ya habían conseguido lo que querían. El joven le propuso acompañarle en su tarde y no causar problemas. Ella pensó si estaría bien... no le molestaba lo que hizo, pues no lo sabía, pero si se llegaban a meter en problemas serios seguro se enfadaría un poco... pero al final, no le vio lo negativo.
- Muy bien, pero espero que en verdad haya sólo diversión - Advirtió con una risa pequeña que acabó en sonrisa, aunque lo decía bastante en serio.
Miró hacia la entrada y notó como el hombre-pato astronauta se les quedaba viendo con desconfianza. O al menos eso parecía, pues no se movía y estaba dirigido hacia donde estaban.
- Entremos, ahora sí bien - Aconsejó alegremente, pues ya no les podían decir nada acerca de los boletos y de romper reglas.
Caminó hacia la entrada, sacando el boleto suyo que había comprado anteriormente.

[Milo]

No vi a Sophie demasiado convencida a la hora de aceptar mi proposición pero podía entenderlo. Ella y yo apenas nos conocíamos de unos minutos y yo ya la había metido en dos problemas diferentes. Con estos precedentes se me hizo un nudo en la garganta cuando pidió que de verdad ahora no hubiera más que diversión. Si bien es cierto que esa sería mi intención desde el primer momento, siendo un imán para los problemas como yo era difícil asegurar que algo no se torciera en toda la tarde.
Al final nos acercamos a la entrada donde me volví a encontrar con el señor patito astronauta. Sonreí ampliamente volviéndolo a ver y le hice una extraña reverencia.

-Señor pato, esta vez si traigo una de esas entradas ¿ves? -Levanté mi boleto ilusionado y lo agité al viento como si de una bandera se tratara -Ahora puedo entrar sin problemas al parque y tu no llamaras a la seguridad ¿verdad?

El falso astronauta miró por un instante hacia un lado y se le oyó resoplar.

-No, ahora no llamaré a la seguridad -Respondió en un tono bastante tosco.

Pude notar como la persona de debajo del disfraz clavaba sus ojos en mi acompañante femenina, pero no supe de su intención hasta que lo escuché volver a hablar.

-Tú eres la pobre a la que este gato callejero ha engañado ¿no es así? Deberías alejarte de él, conozco a los de su calaña y no te traerán mas que problemas -Dijo como si yo ni tan solo estuviera allí para oirlo -Al principio fingen ser tus amigos para que les ayudes pero antes de que te des cuenta te clavará un puñal en la espalda y te dejará tirada.

-P-Pero.. Pero yo... -Mi rostro estaba desencajado y hundido. No me podía ni creer los horrores que este hombre había dicho sobre mi a Sophie -Yo no soy así... yo soy bueno...

[Sophie]

Cuando se acercó junto con Milo al pato astronauta, el chico gato agitó su boleto en la cara del hombre, avisádole de una manera un tanto burlesca que ya tenía su boleto en mano. Sophie suspiró con una sonrisa, mientras veía a ambas personas hablar. Que bien, no llamarían a seguridad, eso, por lo menos, era un avance.
El hombre pato le habló, lo que le hizo voltear a verlo, escuchando cada una de sus palabras. No entendía, ¿por qué aquél hombre tenía que hablar mal de una persona cuando la tenía en frente? Eso no era para nada educado.
Milo tan sólo se limitó a mirarla y decirle que no era verdad, y ella tan sólo lo observó con ojos amables. El chico no parecía en lo absoluto malvado o un "demonio" como decía aquél hombre vestido de pato; tal vez sí era un poco despistado, pero nada más. Además, ¿qué podía saber un hombre pato astronauta de aquél joven? Miró de nuevo a aquél pato.
- Disculpe, señor, pero eso no ha sido muy educado - Responde la chica con una sonrisa, pero con un tono firme y sereno - Hablar de una persona en sus narices es descortés; si éste joven se ha propuesto engañarme, debería ser mi problema, ¿verdad? - Dijo, ampliando un poco más su sonrisa.
Se había enojado un poco con aquél hombre disfrazado, pues no le agradó la manera en que lo dijo. Aunque, a decir verdad, Sophie no parecía molesta, pues su sonrisa era muy agradable, aunque se podía sentir lo que en verdad pensaba.
- Vamos, Milo - Volteó a ver al joven gato con una sonrisa más alegre, dejando de lado el enojo. Ignoró un poco al pato, sólo se limitó a mostrarle su boleto y pasar junto a él para así entrar de nuevo al parque.

[Milo]

Estaba ofendido, ofendido y deprimido. Este hombre que tan solo me conocía de unos segundos decía cosas horribles de mi ¿acaso esa es la impresión que doy a la gente? Eso explicaría porque en todo el tiempo que llevo en esta ciudad no he conocido a nadie que me tratara amablemente. Esta chica era la única excepción.
Con todas las cosas que este hombre había dicho de mi me imaginé que la muchacha podría asustarse y dejarme solo de nuevo pero eso no ocurrió. Sophie confió más en mi que en el hombre deldisfraz a pesar de que hasta ahora no le había dado más que problemas. Eso me puso muy contento y me hizo valorar la compañía de la chica aún más.
Hice caso a Sophie y me fui con ella sin decir ni hacer nada al pato que tantas cosas había dicho sobre mi pero mientras nos alejábamos de la entrada lo pude escuchar gritándonos algo.

-¡Tú sabrás lo que haces, pero cuando te veas en la comisaría y sin una moneda te arrepentirás de haber dejado que el gatito se te acercara!

Era insultante, aunque yo no le hubiera hecho nada a ese señor el seguía con la cantinela de que yo era alguien despreciable. Quizás el hubiera tenido una experiencia mala con otro gato o simplemente nos odiaba sin ninguna razón...
Pero no hice el menor caso pues no quería meterme en problemas, esta tarde en el parque tenía que ser perfecta ya que se lo había prometido a Sophie.

-Me alegro mucho de que no hayas hecho caso de las cosas tan horribles que ha dicho ese hombre-pato. Te prometo que yo soy una mala persona, no robo ni busco problemas, es solo que... a veces los problemas me encuentran a mi -Quizás fui un poco suave al decir solo "a veces" pero no quería asustar a mi compañera -...pero esta tarde no pasará nada malo, solo seremos Sophie y Milo y mucha diversión ¿sí? -Sonreí alegre tomando la mano de la joven humana y aceleré nuestro paso aunque sin llegar a correr -Tenemos muchas atracciones para elegir ¿a cual te gustaría ir, Sophie?

[Sophie]

Al parecer, el hombre-pato no se daba por vencido, pues le gritó a la chica mientras se alejaba con Milo. En verdad, aquél hombre tenía que tener algo en contra los que son como Milo, pues en verdad insistía con lo mismo, pero Sophie sabía que lo que había hecho el pato era de mala educación, por lo que no confiaba nada en él.
Ambos se alejaron, ignorando al hombre disfrazado, pero bien se lo merecía por lo descortés que había sido.
Cuando ya estaban adentro, el joven gato le agradecio a la muchacha, diciendo que eran los problemas que a veces le encontraban a él. No estaba muy segura de si eso sería posible, pero en verdad eso no era de mucha suerte.
Sophie esbozó una sonrisa al escucharle decir que sólo estarían ellos y diversión, sólo esperaba que así fuera. Milo la tomó de la mano y comenzó a caminar un poco más rápido, pero sin correr, como anteriormente; ella se dejó llevar.
- Eh... pues... - Comenzó a hablar algo pensativa al oír la pregunta que le hacía el joven - En realidad no lo he pensado; cuando entré no tenía la intención de subirme a algún juego - Admitió con una leve sonrisa, pasear era más que suficiente para ella - Mejor decide tú, que todos parecen divertidos - Dijo sonriendo alegre, mirando los juegos que pasaban mientras caminaban.

[Milo]

No estaba realmente convencido de que yo debiera elegir la primera atracción. Como ya todos sabíamos yo tengo el asombroso poder de conseguir hallar contratiempos de la situación más normal así que no estaba muy seguro de que mi elección acabara siendo la mas correcta. No sería de extrañar que yo acabara escogiendo una atracción que a la muchacha no le gustara o que fuera peligrosa o que se estropeara, a mi siempre me pasaban estas cosas estando solo pero no quería que se repitiera estando con ella. Lo que yo quería era causar una gran impresión a mi acompañante para que tal vez con el paso de la tarde conseguir que se convirtiera en una nueva amiga y si elegía mal no creo que eso llegara a pasar.

Entre nervioso y preocupado miraba a todos lados del parque buscando entre la gente la mejor atracción que pudiera encontrar. Todas eran vistosas y la gente que salía de ellas parecían estar pasándolo bastante bien, pero las posibilidades eran muchas y yo debía decidirme por solo una. De vez en cuando espiaba la mirada de Sophie para ver si alguna de las atracciones le hacia alguna ilusión especial pero yo no era capaz de ver ningún brillo en sus ojos y mirarla fijamente mucho rato seguro que le resultaba incomodo. Tenía que hallar otro método.

-¡Ya sé! -Exclamé a viva voz.

Por un momento lo había olvidado pero yo poseía una brújula mágica. Una brújula que no señalaba el norte sino lugares especiales, lugares donde pasaban cosas divertidas. Bueno, a decir verdad a veces la brújula se estropeaba y señalaba sitios que acababan siendo peligrosos para mi, pero... ¿cual era la posibilidad de que algo así pasara ahora? Pues yo no sé nada de matemáticas pero seguro que la posibilidad de que pasara eso es poca.
Sin más miramiento saqué la brújula de mi bolsillo trasero y la miré con gran atención. Afortunadamente señalaba muy claramente hacia una atracción en concreto. La atracción parecía bastante rara y su aspecto exterior no parecía que fuera un sitio muy divertido, pero mi brújula nunca fallaba ...salvo cuando fallaba, claro.

-Casa del... terror -Dije leyendo el extraño cartel -Vaya, nunca he estado en un lugar así -Resolví feliz -¿Quieres que entremos?

[Sophie]

Sophie sintió que su decisión de dejarlo decidir la atracción lo confundió un poco, pues comenzó a mirar a todos lados, seguramente buscando algún juego interesante y divertido. Ella se dejó guiar por el parque, mirando una que otra atracción al pasar, pero sólo para mirar, no le interesaba alguna en concreto. Notó que él la miró varias veces, tal vez intentando descubrir qué es lo que quería, pero a ella no le molestó para nada.
Después de caminar un poco, Milo exclamó que ya sabía y sacó lo que parecía ser una brújula... ¿para qué serviría? No entendía bien, pero le dejó hacer lo que pensaba, pues quizá él sabía lo que hacía.
La brújula apuntó a un lugar expecífico, al alzar la vista, Sophie pudo ver cual era: la casa del terror.
A decir verdad, no le parecía mala idea, pero le hacía sentir algo nerviosa, pero claro, sin demostrarlo. Al ver que el joven se interesó por aquél lugar, decidió sonreírle y aceptar, pues en verdad se veía feliz.
- Claro, me parece muy bien - Respondió con la sonrisa, aunque no estaba segura de que el muy debiera ir ahí.
Alzó la mirada para ver el imponente lugar. Sabía que todos los que estaban ahí eran disfrazados, pero no podía evitar lo que sentía. No es que le diera miedo, pero las veces que había entrado se sobresaltaba por algunos que saltaban de la nada y otros que se pasaban de la raya de espacio personal.
Sin más, se acercó a la entrada de la casa del terror junto al chico.

[Milo]

Primera prueba superada, el lugar que había elegido parecía contentar a Sophie. Aunque su sonrisa algo forzada me hacia sospechar que quizás estaba siendo generosa con sus palabras. De todas formas, la humana parecía alguien honesta, si de verdad no le hubiera gustado la casa del terror me lo habría dicho, de manera educada, pero me lo habría dicho.
Solté su mano ahora que sabía que no podría perder a mi amiga entre la multitud y abrí con ella la puerta de la extraña mansión. Yo no sabía que esperar de un sitio así porque nunca había estado en una casa del terror, pero puedo asegurar que en mi rostro había de todo menos terror. Mi sonrisa me llegaba de oreja a oreja y en mis ojos no se veía otra cosa que no fuera ilusión, cualquiera diría que iba a entrar a una pastelería.
Después de dejar pasar a mi acompañante entré en la primera habitación de la casa. Ésta no era más que un pasillo pero estaba decorado de una manera bastante poco acogedora. Había telarañas en cada esquina y manchas de ketchup por las paredes, cualquiera diría que no limpiaban este lugar desde que se construyó. Podía escuchar sonidos extraños venir desde el final del pasillo, parecían gritos de dolor ¿acaso alguien se había hecho daño?

-Sophie, deberíamos avanzar. Parece que alguien nos necesita al otro lado del pasillo.

[Sophie]

Vaya... vaya que era como lo esperaba.
La casa del terror era realmente tétrica; las telarañas y sangre por todas partes hacían sentir a la chica algo dudosa de su decisión final. Pero no, miedo no era, ¿o sí? Siempre había sido una persona valiente, ya había entrado en ése tipo de lugares, pero... tal vez en ese momento no le gustaba lo que veía.
Milo, contrario a ella, parecía feliz y eso le agradaba. Por lo menos podía disfrutar del parque después de haber pasado mal rato con el pato de la entrada.
De pronto, al final de pasillo, se escucharon gritos de dolor provenientes de detrás de la gran puerta que se podía ver desde lejos. Sophie se sobresaltó un poco, pues habían salido de la nada aquéllos sonidos. Volteó a ver al chico cuando le dijo que tenían que avanzar, que alguien los... ¿necesitaba? Claro, los necesitaban, pero más bien era por necesidad de asustar.
- Claro... vamos - Dijo algo insegura, para después respirar profundamente y recordar que no debía temer de un lugar de "juego" como ese.
Miró hacia adelante, dudosa, pero al final, avanzó algo lento sin dejar de mirar la puerta del final que se acercaba conforme avanzaba.

[Milo]

Ambos avanzábamos por el pasillo con paso cauteloso pero mientras mi rostro era pura alegría y diversión el de Sophie se veía mucho más serio. ¿Podía ser que ella si estuviera sintiendo miedo? mmm no, en esta casa no había nada que despertara terror. Tal vez sí un poco de asco por tanta suciedad, pero no había nada que diera miedo.
Lentamente nos acercábamos a la puerta que daría a la siguiente habitación, aquella de donde había venido ese raro grito. En la puerta había un cristal que dejaba ver lo que habría en el otro lado, pero por lo visto la siguiente habitación estaba a oscuras así que no se veía nada. Entonces, cuando solo estábamos a unos pasos de la puerta ¡BLAM! una mano untada en ketchup golpeo el cristal. Confieso que eso me pilló por sorpresa, pero solo significaba que la persona del otro lado necesitaba nuestra ayuda de forma urgente.
Abrí la puerta sin más miramientos pero allí no parecía haber nadie. A los pies de la puerta había un brazo cortado, rayos, no me extraña que la persona gritara así.

-¡No se preocupe señora, hemos venido a ayudarla! -Grité a la oscuridad -La llevaremos a un hospital para que le vuelvan a poner el brazo.

Me agaché y recogí la extremidad del suelo dándome cuenta enseguida que el brazo era en realidad de goma.

-¿Crees que puede ser una prótesis Sophie? -Miré a mi acompañante con cara de curiosidad. Estos sucesos escapaban a mi comprensión.

[Sophie]

Oh, así que el cuarto estaba a oscuras, genial, a Sophie no le gustaba sentirse ciega por la falta de luz.
Tan inmersa estaba en su mente que no pudo evitar dar un pequeño saltito al ver y oír cómo una mano con sangre se golpeaba contra la puerta transparente a la que se dirigían. Quedó perpleja unos segundos, el corazón se le había acelerado un poco, pero no era nada que no pudiera controlar. La chica miró al joven abrir la puerta y notar el brazo cortado.
- No lo vayas a... - Intentó pedir que no lo tocara con algo de preocupación, pero al parecer el chico no comprendió que sólo era para asustarlos - ¿Un hospital? - Preguntó con algo de incredulidad.
Se alejó un poco cuando vio al chico levantar el brazo del suelo. Milo dijo que podría ser una prótesis... pero ella sabía que ese brazo estaba hecho para asustar a las personas.
- Milo, en realidad el brazo es para asus-- - No pudo seguir hablando, pues el grito desgarrador se hizo presente una vez más en la habitación, y de nuevo, la chica dio un pequeño salto.
Miró hacia dentro del lugar, pero gracias a la presente oscuridad no pudo ver nada. Eso en verdad le daba mucha inseguridad...

[Milo]

Creo que Sophie intentó avisarme algo sobre este brazo pero un nuevo grito la interrumpió. Yo volví a dejar la prótesis delicadamente en el suelo y miré a la profundidad de la oscuridad delante mío. La sala que había delante nuestro estaba realmente muy oscura así que seguramente mi compañera no podía ver nada, pero mis ojos eran felinos y podían distinguir cosas entre la negrura.

-Sophie, creo que esta casa es propiedad de un leñador -Levanté mi brazo señalando un punto entre toda la oscuridad -Está agachado ahí y lleva una sierra mecánica -Expliqué -Lo que no entiendo es que hace ahí, es como si esperara algo.

Di un paso al frente y le saludé con la mano pero él no hizo nada, seguía allí agachado con la moto-sierra en sus manos, esperando. Quizás deberíamos acercarnos a hablar con él y preocuparnos por si a él también le estuviera pasando algo malo.
Viendo que Sophie no parecía tener mucha iniciativa la tomé de la mano y le miré sonriente a los ojos. Por alguna razón que desconocía ella estaba nerviosa así que pensé que debería calmarla antes de que fuéramos a ayudar a ese pobre leñador.

-Vamos Sophie, hay gente en esta maltrecha casa que necesita nuestra ayuda.

[Sophie]

Sophie intentó distinguir algo entre tanta oscuridad, pero de nada le sirvió, pues todo estaba negro para ella. Milo le habló, diciendo que podía ver a un leñador y seguramente ésa sería su casa, además, esperaba algo. Ella se quedó procesando la información que acababa de recibir, por un tiempo.
- ¿Un leñador? ¿Con una sierra mecánica? - Preguntó seria, pero por dentro en verdad la preocupación le ganaba. Y, obviamente, lo que ése leñador esperaba era que se acercaran para propinarles un buen susto.
Al principio no entendió cómo es que Milo pudo ver tan a oscuras, pero se dio cuenta de que el era como un gato, así que definitivamente tendría que ver algo. Pero entonces, lo que decía del leñador era cierto.
Milo dio un paso al frente y alzó su mano en forma de saludo; no sabía si el leñador podía verlo, pero esperaba que no. Siente, momentos después, que el chico le toma de la mano, ¿acaso se veía asustada? Sólo esperaba que no. Aunque, a decir verdad, eso la calmó un poco.
- Creo que... no deberíamos de acercarnos al leñador, Milo - Susurró, pero lo suficientemente alto como para que el chico escuchara - Y esas personas que dices, no necesitan ayuda realmente - Dijo más alto, aunque se notaba inseguridad en su voz, levemente quebrada.

[Milo]

Desde luego no me esperaba esta reacción de Sophie. Con lo bondadosa que había sido conmigo supuse que ella tendría las mismas ganas de ayudar a este pobre leñador que yo. ¿Porque este pobre hombre no se merecía ayuda? ¿Tal vez fuera malo?
Bueno, la verdad es que revisándolo con un poco mas de detalle no parecía que al hombre le pasara nada y el ketchup que llevaba por su sierra y su ropa me daba a entender que había tenido que ver en todo el asunto del brazo de goma. Tras una dura reflexión, llegué a una interesante hipótesis.

-Claro, ya lo entiendo. Seguro que el leñador fue quien le robó el brazo postizo a la señora que gritaba -Expliqué acariciandome la barbilla cual Sherlock Holmes -Sí, será mejor que nos nos acerquemos, no me gustaría que me robara nada.

De la mano de la linda Sophie y sabiendo que ella no podría ver la llevé pegada a la pared hasta la puerta que había a la derecha de la sala. Al otro lado había un pasillo parecido al primero que habíamos visto. Más telarañas, mas gritos provenientes de ninguna parte y mas manchas de ketchup. La única diferencia que este pasillo tenía con el anterior, es que en este los muebles parecían haber cobrado vida. Los cuadros, las lamparas, incluso los cajones de un armario se agitaban como movidos por manos invisibles.

-¡Vaya! -Exclamé impresionado -Estos muebles han debido hacerse con madera mágica... yo pensaba que eso solo existía en los cuentos de hadas.

[Sophie]

Sophie en verdad agradecía que Milo decidiera no acercarse al "leñador" que se encontraba esperándolos. Eso era bueno, aunque el chico siguiera diciendo cosas un tanto extrañas de una señora que gritaba. Después, ya que ella no podía ver nada, el joven gato la guió a través de la oscuridad hacia, lo que parecía ser, una puerta, entrando a una nueva habitación.
- Al fin salimos de ahí... - Dijo con alivio, pero se detuvo un poco al notar el extraño movimiento del cuarto nuevo.
Se quedó viendo los cuadros y muebles que se agitaban, acomodados por todo alrededor.
- Uh, Milo... - Intentó hablarle, pero terminó escuchando lo que él tenía que decir - En realidad, los movimientos son eléctricos, por así decirlo - Dijo con una leve sonrisa.
Caminaron un poco por la habitación, ella no se alejaba mucho del chico, para no sobresaltarse demasiado. Pero, de un momento a otro, sintió que una sombra blanca pasó detras de ella. Volteó, pero no pudo ver a nadie, seguramente porque aquélla cosa se escondió detrás de una pared secreta.
- Deberíamos apresurarnos - Habló con sigilo apretando un poco la mano del joven, mirando hacia atrás.

[Milo]

Asentí decidido ante la propuesta de Sophie. Sabiendo que el movimiento de los muebles eran simplemente mecanicos perdí toda la curiosidad que tenía en esta sala. Ni tan solo el tipo de la sabana que pasó por detrás nuestro me causó el minimo interes.
Aceleré un poco el paso derecho a la siguiente sala. A estas alturas ya casi me había acostumbrado al sueve tacto de la mano de Sophie sobre la mía, pero fue especialmente agradable sentir que ella se agarró un poco más fuerte a mi. Sentí con ese gesto que la humana realmente confiaba en mi y eso me hacía muy feliz.

La siguiente puerta daba a la sala mas sucia de todas las que habíamos visto hasta ahora. Todo el sitio estaba recubierto de baldosas hasta el techo. Las baldosas habían sido blancas cuando se fabricaron pero ahora todas estaban manchadas de rojo ketchup. Del techo colgaban cadenas y de algunas de esas cadenas colgaban partes del cuerpo de goma. Había un brazo, una cabeza y una cosa rara que no supe como catalogar. En el suelo tambien habían mas partes humanas postizas, de hecho había tantas que era dificil caminar sin pisar alguna.

-Ten cuidado donde pisas Sophie, podrías ensuciarte esos lindos zapatos con ketchup -Comenté con una cordial sonrisa.

Entonces me percaté de un extraño mensaje que estaba escrito en la pared de enfrente. Estaba escrito tambien con tinta roja y por eso hasta ahora había pasado desapercibido por mi. "Elije tu destino" rezaba el muro y podía entender porque. A diferencia de las demas habitaciones en las que habíamos estado, esta habitación tenía dos puertas de salida, una a la derecha y la otra a la izquierda.

-¿Por donde deberíamos ir Sophie?

[Sophie]

La siguiente habitación en verdad la hizo sentirse un poco asqueada. Es verdad que sabía que todas esas cosas eran falsas, pero el simple pensamiento de que podrían ser reales provocaba un sabor amargo en la boca de la chica. Todas las partes humanas de goma cubiertas con sangre le hacían recordad todas esas películas de terror que había visto en sus años de vida.
- Es falso... - Pensó, tranquilizándose un poco a sí misma, ignorando todo lo que veía. Pero el tener que pasar por aquél lugar y pisar aquéllas cosas no le agradaba para nada. Aún seguía sostenida un poco fuerte del chico, sintiéndose así más segura.
Milo dijo que debían tener cuidado, lo que era muy cierto, pues podían pisar mal y terminar embarrados del fluido rojo. Pero, Milo denominó a la supuesta sangre como ketchup.
- ¿Ketchup? - Preguntó la chica un poco confundida, pues no había captado que el joven tomara la sangre como si fuera ketchup. Le hizo un poco de gracia, pero quedó bien oculta por la expresión algo seria de su rostro.
Se le quedó mirando un tiempo, hasta que notó que el chico miraba algo con atención. Siguiendo la mirada de él, pudo ver un mensaje escrito en la pared de enfrente, "Elije tu destino", y dos puertas, una a la derecha y otra a la izquierda.
- No lo sé... - Titubeó un poco con su respuesta, mirando a ambas puertas que no le causaban nada de confianza - Podríamos elegir mal y acabar en una habitación peor a ésta - Dijo con cierta incomodidad en su tono de voz.

[Milo]

Me pareció curioso que a la joven humana le extrañara que le advirtiera de los peligros del ketchup. Estábamos rodeados de esa salsa de tomate pues prácticamente estaba presente en cada centímetro cuadrado de esta habitación. Obviamente alguien la había aguado dándole un aspecto un poco más liquido pero su olor me era inconfundible al olfato.
Esta salsa es muy difícil de limpiar así que no es ninguna tontería intentar evitar mancharse cualquier prenda con ella. Dando pasos alargados fui colocando mis pies en los escasos espacios despejados que quedaban en el suelo y así avancé hasta el centro de la sala. Sophie no parecía segura por cual puerta decantarse pero si parecía temer lo que pudiera haber al otro lado. Creo que de nuevo debería tomar una decisión importante que satisficiera a la humana... como el día siguiera así, mis neuronas acabarían chamuscadas. Miré hacia las dos puertas alternativamente durante un buen rato intentando hacer caso a un sexto sentido que no tenía, pero entonces una chispa saltó en mi cabeza.

-¿Lo has oído? Alguien acaba de toser justo detrás de esa puerta -Anuncié alegre señalando hacia la izquierda -Esta claro donde debemos ir ¿no? A la ayuda del enfermo, claro que sí!! -Respondí a mi propia pregunta dirigiéndome despreocupado hacia la puerta sospechosa.

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